Comunidad exige el fin de la discriminación y violencia contra las mujeres
En la colina de Bubaji, comuna de Nyabiraba, provincia de Bujumbura, los habitantes alzan su voz para exigir el fin de la discriminación y violencia hacia las mujeres. Durante los 16 días de activismo contra la violencia de género, han reiterado su llamado al respeto de la dignidad y derechos de las mujeres, condenando los mensajes y prácticas que perpetúan la desigualdad.
“Algunos hombres menosprecian a las mujeres, diciendo que no valen nada y son incapaces. Estas palabras dan pie a abusos”, denuncia Jeanne Ndayisenga, residente de Bubaji. Según relata, es común que los esposos insulten a sus esposas, lo que fomenta un entorno de humillación y sometimiento.
Por su parte, Alphonsine Kamariza recuerda los dichos denigrantes que escuchaba en su infancia: “Decían que las niñas solo servían para ser ‘colchonetas de invitados’, una metáfora cruel que alentaba la explotación sexual.” Expresiones como “una gallina no puede cantar con el gallo presente” también reflejan cómo las mujeres son relegadas al silencio en espacios dominados por hombres.
Trabajo, marginación y estigmas
Para las mujeres que buscan trabajos físicos como la construcción, la discriminación es aún más evidente. “Nos tratan como si hubiéramos perdido nuestra dignidad, como si fuéramos prostitutas. Si hablamos en contra, nos llaman indisciplinadas”, lamenta Kamariza.
Un residente de Bubaji admite que el lenguaje y las prácticas discriminatorias persisten en la comunidad. “A veces se paga menos a las mujeres por el mismo trabajo, como si fueran menos capaces. Esto no debería ocurrir, ya que somos iguales ante Dios y la ley”, reflexiona.
Didace Ndayizeye coincide, señalando que impedir que las mujeres ejerzan sus derechos genera traumas profundos. “Algunas mujeres son tratadas como si fueran niñas incapaces, a pesar de tener las habilidades necesarias. Esto debe cambiar”, subraya.
Violencia que perpetúa el ciclo
Los residentes advierten que la violencia prolongada puede desencadenar reacciones extremas. “Cuando las mujeres alcanzan su límite de sufrimiento, pueden tomar represalias. Ya hemos visto casos de hombres y mujeres asesinados por sus parejas”, advierten.
Simon Ndinzemenshi, asesor socioadministrativo de Nyabiraba, señala que la violencia contra las mujeres no solo afecta a las familias, sino también al desarrollo del país. “En cada reunión administrativa, educamos a los hombres sobre el trato digno hacia sus esposas e hijas. Las mujeres son capaces y, cuando tienen oportunidades, lo demuestran con creces”, afirma.
El rol del lenguaje en la perpetuación de la violencia
Augustin Niyongabo, representante de la red Burundi Men Engage Network, subraya que muchos dichos y costumbres locales vulneran los derechos de las mujeres. “Adagios como ‘un solo resorte adelgaza a los pájaros’, que normalizan la poligamia, o ‘si hay pocos recursos, se prioriza al hombre’, fomentan la violencia económica y simbólica”, explica.
Para Niyongabo, es imprescindible erradicar estas prácticas y educar a las comunidades. “La violencia genera violencia. Si un hombre viola los derechos de una mujer, ella puede buscar formas de venganza. Debemos inventariar todos los dichos discriminatorios y prohibir su uso”, concluye.
Un llamado al cambio
La comunidad de Bubaji exige igualdad y respeto para las mujeres, tanto en palabras como en acciones. Insisten en la necesidad de educar a hombres y mujeres sobre los derechos de las mujeres, y en construir una sociedad donde ambos géneros sean valorados por igual.
Noticia vía Iwacu Burundi